Tayla Clement, una joven neozelandesa de 24 años, padece el síndrome de Moebius (un trastorno neurológico) y desde su nacimiento no puede mover los labios ni los ojos de izquierda a derecha. Este síndrome poco común afecta a los músculos que controlan las expresiones faciales y los movimientos oculares, lo que le impide sonreír como una persona normal.
“No fue fácil. Durante años odié mi sonrisa. Deseaba tener una cara normal, pero eso no existía”, confiesa.
Tayla con su madre a los 2 años (Foto: Noticias).No existe cura para el síndrome de Moebius, aunque los síntomas pueden tratarse. A los 12 años, se sometió a una cirugía de sonrisa. Los médicos le injertaron tejido de su muslo en la cara en un intento de devolverle la sonrisa. La cirugía no solo no tuvo éxito, sino que le dejó hematomas hinchados.
Debido a su rostro extraño, Tayla a menudo sufría acoso en la escuela.
“Se reían de mí todo el tiempo. Mis compañeros me gritaban y decían que tenían miedo cuando me veían, y luego salían corriendo. Me sentía aislada”, recuerda.
Los “verdugos” no solo se burlaban de ella, sino que también le tiraban cosas sucias. El día de su 16º cumpleaños, cuando sus compañeros normalmente recibían globos y pasteles, ella recibió “chocolates a medio comer”.
Debido a un síndrome raro, no puede sonreír (Foto: NYPost).
Incluso los profesores fueron injustos con Tayla. “Yo era la única de la clase que levantó la mano para hablar, pero la profesora simplemente se dio la vuelta y miró hacia otro lado”, dijo. Para no ser una carga para sus padres, decidió permanecer en silencio cuando la acosaban.
El acoso constante llevó a Tayla a querer terminar con su vida. Desde el momento en que falló la cirugía hasta que se graduó de la escuela secundaria, intentó terminar con su vida seis veces.
La nueva página de la vida de “la niña que nunca sonríe”
Más tarde le diagnosticaron depresión clínica y ansiedad severa. El estigma de quienes la rodeaban le hizo perder la fe en la vida y sentirse inútil.
La madre de Tayla era una nadadora que había representado a Nueva Zelanda en los Juegos del Pacífico. Tayla decidió dedicarse a la natación con la esperanza de sentirse normal. Sin embargo, el tiempo que pasaba nadando afectó su salud.
A finales de 2016, después de perderse la clasificación para los Juegos Paralímpicos de Río 2016, Tayla estaba agotada y decidió poner fin a su participación en el deporte.
Gracias al deporte, la vida de la joven ha dado un nuevo paso (Foto: NYPost).
En lugar de aburrirse, siguió probando suerte en el gimnasio y caminando todos los días. Esto la ayudó a controlar mejor sus emociones. Poco después, Tayla se inscribió para competir en los Campeonatos Paralímpicos de Atletismo de Nueva Zelanda.
En 2018, Tayla ganó la prueba de lanzamiento de peso en el Campeonato Estatal de Victoria en Melbourne. Un año después, compitió en el Campeonato Nacional de Lanzamiento de Peso de Nueva Zelanda, donde logró un récord mundial de 8,28 m en la categoría F43.
Con este logro, los medios nacionales e internacionales comenzaron a prestar atención a la deportista discapacitada. Más palabras de aliento y apoyo ayudaron a la niña a ganar más confianza en sí misma.
En su página de Instagram, que atrae a más de 18.500 seguidores, comparte periódicamente historias inspiradoras.
“Creo que la cirugía fue una bendición disfrazada, porque no poder sonreír es mi mayor regalo. Me llevó al fondo, pero me abrió oportunidades para levantarme y triunfar. Ser una inspiración y una esperanza para los demás es increíble”, compartió Tayla.