Ciudad del Vaticano, 9 de mayo de 2025 — En un momento histórico sin precedentes, el Papa León XIV, el primer estadounidense elegido para el papado, fue investido oficialmente esta mañana en la Plaza de San Pedro ante cientos de miles de fieles y autoridades eclesiásticas de todo el mundo. Sin embargo, en lugar de pronunciar un discurso tradicional y ceremonial, el nuevo Pontífice sorprendió al Vaticano con una crítica audaz e inusualmente franca de la misma institución que ahora preside: el trono papal.
Un momento histórico de profundo significado
La elección de un Papa estadounidense ya había atraído la atención mundial desde el inicio del Cónclave. León XIV —nacido Joseph Michael Donovan, de 68 años y originario de Pensilvania— es ampliamente conocido como un teólogo progresista con fuertes inclinaciones reformistas. Antes de su elección, fue arzobispo de Nueva York y fue reconocido por su abierta defensa de la inmigración, la protección del medio ambiente y la transparencia financiera dentro de la Iglesia.
La ceremonia de investidura fue solemne, pero marcada por la innovación, reflejo del carácter del nuevo Papa. Muchos elementos tradicionales se simplificaron o se sustituyeron por gestos que enfatizaban la humildad y el diálogo con la comunidad católica mundial.
Pero el momento más impactante no vino del formato de la ceremonia, sino de las primeras palabras de León XIV como nuevo jefe de la Iglesia Católica.
Declaración controvertida: “Este trono ha dañado a la Iglesia más de lo que la ha preservado”
Tras presentar al Colegio Cardenalicio y expresar su gratitud por la confianza depositada, el Papa León XIV dedicó la mayor parte de su discurso al tema de la «responsabilidad y la verdad». Lo que comenzó como un tono reflexivo se transformó rápidamente en un mensaje contundente:
No busqué un trono. No me seduce el poder ni la adulación. El trono papal, a lo largo de la historia, ha sido un faro para millones, pero también ha simbolizado distancia, conservadurismo y ocultamiento.
Continuó:
Debemos tener la valentía de afrontar la verdad: este trono, destinado a servir, se ha usado con demasiada frecuencia para dominar. Ha dañado la confianza, retrasado cambios necesarios y, en ocasiones, se ha convertido en un muro entre la Iglesia y su pueblo.
Estas declaraciones conmocionaron de inmediato al Vaticano y a las comunidades católicas de todo el mundo. Algunos cardenales se mostraron visiblemente sorprendidos, mientras que muchos jóvenes asistentes estallaron en aplausos, celebrando el audaz llamado del Papa a la reforma.
Reacciones encontradas de los líderes de la iglesia
Poco después de la ceremonia, varios medios de comunicación católicos de toda Europa publicaron comentarios criticando el discurso, calificándolo de «imprudente», «peligroso» y «divisivo». Un cardenal italiano anónimo declaró a la prensa: «Lleva menos de una hora en el cargo y ya ha suscitado un profundo debate sobre la legitimidad misma de las tradiciones de la Santa Sede».
Aun así, otros salieron en su defensa. El obispo Aloysius Kim, de Corea del Sur, dijo: «El Santo Padre no habla para complacer, sino para revelar la verdad. Eso es precisamente lo que la Iglesia necesita ahora mismo en esta crisis de fe».
Un comienzo audaz y muchos desafíos por delante
Con una declaración tan contundente en su primer día, el Papa León XIV ha dejado clara su intención de liderar de forma diferente. Sin embargo, el camino de reforma que imagina seguramente encontrará una fuerte resistencia dentro del propio Vaticano, un lugar impregnado de siglos de tradición y arraigadas estructuras de poder.
La pregunta clave ahora es si las audaces palabras de León XIV marcarán el comienzo de una nueva era de transparencia, servicio y diálogo abierto, o si intensificarán las tensiones internas de larga data dentro de la Iglesia mundial.
Aunque la respuesta aún está por verse, una cosa es segura: hoy el mundo fue testigo de un punto de inflexión histórico, no sólo por el ascenso de un Papa estadounidense, sino por un líder que se atrevió a decir verdades rara vez reconocidas en el seno del poder del Vaticano.